Una mala tarde.
Estábamos acostumbrados al gran toque, los goles y el éxito, pero no todo en la vida es eso.
Nuestra selección vuelve a casa con sabor agrio, la de una derrota severa tras un mal partido en el que nos falló la actitud, el juego y la suerte. Un encuentro en el que Argentina salía con más ganas y concentración que España - era el mejor momento para volver a demostrar el potencial de la "albiceleste" - y en el que las rotaciones, el despiste y la falta de acierto nos jugó una mala pasada.
No merece la pena darle demasiadas vueltas, nuestra juego y trayectoria nos avalan. La derrota nos hace dar cuenta de que nos somos invencibles y tal y como instaura Del Bosque en el equipo; la prudencia y la modestia son siempre las mejores armas para seguir siendo grandes.
Una mala tarde la tiene cualquiera, y la de ayer fue la de nuestra selección. Ahora toca levantarse, analizar y seguir a delante.


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